«No me mates», un crudo retrato de la violencia de género

Corina Fernández, víctima de la violencia de género; se estrenará una película que narra su historia. Foto: LA NACION / Silvana Colombo
Corina Fernández, víctima de la violencia de género; se estrenará una película que narra su historia. Foto: LA NACION / Silvana Colombo

La Municipalidad de la Ciudad de Arroyito, a través del Consejo de la Mujer, los invita a participar de la proyección de la pelicula «NO ME MATES». La película basada en la historia real de Corina Fernández, baleada por su ex pareja seis años atrás; no se detiene sólo en ese hecho, sino que va atrás en el tiempo y describe una relación marcada por agresiones y amenazas.


SOCIEDAD. «No me mates» es el título de una película nacional que se presentará en Arroyito, el próximo 25 de noviembre a las 21 horas en el Teatrillo Municipal. Pero es mucho más que eso. Es una historia real llevada a las grandes pantallas que puede ser la de cualquier mujer que sufre violencia de género . «No me mates», piden esas víctimas a sus agresores. La protagonista de esta triste anécdota, que marcó el primer juicio por tentativa de femicidio en nuestro país, es Corina Fernández, una sobreviviente. Seis años atrás, resistió los tiros que le propició su ex pareja en la puerta del colegio de sus hijas y hoy convive con dos balas en uno de sus pulmones.

«El objetivo es crear conciencia, sobre todo entre las mujeres más jóvenes, ya que hace visible la violencia psicológica. Estaría bueno que vayan a verla juntas madres e hijas», reflexiona Fernández, de 52 años, en diálogo con LA NACION. Lo que le tocó vivir busca dejar un mensaje a la sociedad a través de las imágenes tomadas por el director Gabriel Arbós y la representación que hizo de su historia la actriz Ana Celentano.

Corina Fernández, víctima de la violencia de género; se estrenará una película que narra su historia. Foto: LA NACION / Silvana Colombo
Corina Fernández, víctima de la violencia de género; se estrenará una película que narra su historia. Foto: LA NACION / Silvana Colombo

Corina estuvo presente en la filmación de cada escena. El primer día de rodaje no fue fácil revivir el comienzo de la historia con su ex pareja Javier Weber. «Estábamos en una playa de Punta del Este donde nos conocimos. Ver a la pareja joven que hacía de nosotros fue fuerte. Pensaba ‘eché a perder 25 años de mi vida'», recuerda. Llegó al hotel tras aquella extenuante jornada y no pudo dejar de llorar. «Con este hombre estuve tantos años de mi vida y no puedo rescatar ningún momento feliz, salvo las hijas que tuvimos», susurraba ese día.

El desarrollo de la película trasladó a Corina a esos años en los que sufrió todo tipo de violencia psicológica. Ella aclara: «La parte de la agresión física que sale en el film es breve; la intención es echar a la luz situaciones de insultos y maltratos previos que existían en la relación antes del 2 de agosto de 2010, cuando me baleó».

Aquel día de 2010, Weber apareció, disfrazado de anciano, frente a la escuela donde cursaban sus hijas . El hombre aguardó a que su ex pareja dejara a las niñas en el establecimiento y le disparó a sangre fría. Tres tiros impactaron en el cuerpo de Fernández, que estuvo casi un año internada en terapia intensiva. El hecho ocurrió un año y medio después que la mujer se fuera de la casa donde convivían en Flores luego de ser golpeada por él. Ochenta denuncias había realizado la víctima por la violación sistemática de la restricción perimetral.

«Y acá estamos, con dos balas en el pulmón», cuenta la mujer mientras señala el lugar donde quedaron alojados los restos de aquella agresión. Pero no es lo que más le importa. Corina pudo superar lo que le había sucedido gracias a la ayuda terapéutica que le brindó Graciela Ferreira, de la Asociación Argentina de Prevención de la Violencia Familiar. Después de escribir cada día, a rajatabla, tres hojas sobre lo que sentía surgió la idea de que debía contar su historia.

Violencia psicológica

La película profundiza en aquellos hechos que, previos al ataque a tiros, daban cuenta de una relación marcada por la violencia. Bastaba que Corina dejase a sus hijas en la escuela a la que asistían en Flores y se dirigiese a la parada de colectivo para tomar el micro que la llevara de vuelta a Palermo, su nuevo hogar tras la separación, para que Weber la atosigara e insultara, incluso arriba del ómnibus.

La fortaleza que caracteriza a Fernández le permitió dejar atrás lo vivido y hoy trabaja en conjunto con Ferreira para asistir a otras mujeres que atraviesan situaciones de violencia. Por semana, recibe hasta 300 consultas de víctimas maltratadas. No es casualidad que la ONG que Corina lleva adelante se llame «Hay una salida». «Estoy segura que se puede mirar hacia adelante, pero se necesita asistencia inmediata y un relevamiento desde la niñez de cada persona. También reclamamos que haya abogados penalistas gratuitos para estos casos y trabajos de prevención», afirma.

Que la ex pareja de Fernández falleciera tiempo atrás en la cárcel, mientras cumplía la condena de 21 años que le fue impuesta por la Justicia, cerró gran parte de la historia de la mujer. «Me dio un gran alivio», reconoce. Por un lado, temía que él pudiera reclamar la patria potestad de las hijas (hoy adolescentes); por el otro, se preguntaba qué pasaría cuando él quedara en libertad.


LA NACION