SOCIEDAD. Se estima que, a nivel mundial, el consumo nocivo del alcohol causa 2,5 millones de muertes cada año y que una proporción considerable de ellas corresponde a personas jóvenes. Además, las consecuencias del consumo problemático de alcohol en los adolescentes se asocian a daños cerebrales y déficits neurocognitivos, con efectos negativos sobre el aprendizaje y el desarrollo intelectual. Tales datos surgen de un estudio realizado con el apoyo técnico de la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) y el financiamiento del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá.
En América, el alcohol es responsable del 5,6% de todos los decesos, en tanto que unos 320.000 jóvenes de entre 15 y 29 años mueren en toda la región por causas relacionadas con el alcoholismo.
La Argentina no es ajena a esta problemática. Está segunda entre los países de América del Sur con más alto consumo anual de alcohol puro por bebedor, con 16 litros, superada sólo por Perú, con 18,4 litros. Y la edad de inicio de consumo de alcohol es a los 13 años.
Sin duda, la mayor responsabilidad para desincentivar el consumo de alcohol por adolescentes y preadolescentes pasa por los padres. Pero resultaría aconsejable que el tema de los jóvenes y el alcohol fuera incluido en los contenidos que se imparten en la escuela.
Gran parte de la responsabilidad reposa también en los comerciantes, que en un amplio porcentaje les expenden bebidas alcohólicas a menores de 18 años y en muchos casos ni siquiera solicitan el documento de identidad para comprobar la edad del cliente.
En tal sentido, en el marco de una positiva campaña de Cervecería y Maltería Quilmes en favor del consumo responsable de alcohol, una encuesta nacional realizada por la consultora TrialPanel a personas de entre 18 y 34 años arrojó interesantes conclusiones. Como parte del sondeo, se efectuó un ejercicio en el que se mostraban fotos de jóvenes a los encuestados y se les pedía que adivinaran su edad. Apenas el 20% de los consultados acertó el rango de edad correcto. Esto evidenció la necesidad de pedir el DNI a todo joven que pretenda adquirir bebidas alcohólicas. La edad no se adivina, sino que se verifica.
La encuesta también detectó que si bien el 85% dice que considera muy importante que no se vendan bebidas con alcohol a menores, el 61% asume que no hace nada cuando ve a un menor tomando.
De acuerdo con el estudio de la OPS y la OMS, el aumento de impuestos a las bebidas alcohólicas puede reducir el consumo nocivo, en especial de los jóvenes, y retrasar la edad de inicio de la ingesta, ya que los consumidores son muy sensibles al aumento de precios. Según el economista Guillermo Paraje, autor de la investigación «El efecto de los precios e impuestos sobre el consumo de alcohol en la Argentina», esta medida debería ser evaluada como una herramienta sanitaria y no como un instrumento fiscal.
Claro que, llegado el caso de tomarse la decisión de aumentar la carga impositiva sobre este tipo de bebidas, debería tenerse en cuenta que un incremento desmedido, lejos de motivar una reducción en el consumo, podría dar lugar a un creciente mercado informal, representado por el contrabando y el comercio clandestino. También, a la adulteración con sustancias que dañan la salud.
En los países donde la política tributaria sobre el alcohol ha sido exitosa, gran parte de los ingresos provenientes de esos impuestos se destinan a programas de prevención, control y atención de la salud. Por consiguiente, sería deseable llegar a un equilibrio entre una carga impositiva adecuada, que desincentive el consumo sin alentar el mercado negro, y un eficiente programa de salud pública dirigido a la prevención de la ingesta irresponsable y a combatir las adicciones, sobre todo entre jóvenes.
LA NACIÓN.