- Científicos no hallan evidencias de que haya un mayor riesgo para la salud
- No ha hallado datos concluyentes acerca de que dañen el medio ambiente
Un estudio realizado por la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos no ha encontrado evidencias de que haya un mayor riesgo para la salud humana al comer alimentos modificados genéticamente que convencionales. Del mismo modo, no ha hallado datos concluyentes acerca de que estos productos estén dañando el medio ambiente.
El trabajo, que ha sido presentado este miércoles 18 de mayo en una rueda de prensa en Washington, sí que ha advertido de que los cultivos transgénicos son resistentes a algunos herbicidas, lo que supondría «un importante problema agrícola» en el futuro.
Para la academia, el principal organismo de asesoría científica del país, lo más adecuado sería llevar a cabo un proceso escalonado para la regulación de nuevas variedades de cultivos y que, además, esté centrado en las características de la planta, más que en el proceso por el que se desarrolla.
Según relata el documento, se ha realizado el estudio a través de evidencias acumuladas en las últimas dos décadas, a través de 900 estudios en los que se evaluaban los efectos negativos de estos alimentos modificados. Del mismo modo, se ha trabajado con los supuestos beneficios de los actuales cultivos ya existentes de maíz, soja y algodón, entre otros.
Así, se ha determinado que, desde la década de 1980, los biólogos han usado la ingeniería genética para producir características particulares en las plantas, tales como una vida útil más larga de las frutas, mayor contenido de vitamina o la resistencia a las enfermedades.
Sin embargo, las únicas características de ingeniería genética que han llegado al uso comercial extendido son las que permiten un mejor cultivo del producto y que éste pueda soportar la aplicación de un herbicida que es tóxico únicamente para las plagas de insectos.
El hecho de que sólo dos características hayan sido ampliamente utilizadas es, para los expertos, una de las razones por las que no se pueden hacer declaraciones generalizadas sobre los beneficios y riesgos de los cultivos transgénicos.
«Hemos mirado profundamente en las publicaciones para tener una nueva visión de los transgénicos en relación a los cultivos tradicionales,» ha señalado el presidente del comité, Fred Gould, quien ha insistido en que
«tras buscar en todos los estudios de investigación disponibles» no se han encontrado «pruebas convincentes sobre efectos adversos para la salud» que sean «directamente atribuibles al consumo de alimentos derivados de cultivos transgénicos».
«Los estudios con animales y estudios sobre la composición química de los alimentos transgénicos que están actualmente en el mercado, muestran que no existen diferencias que impliquen un mayor riesgo para la salud y la seguridad de las personas que al comer sus alimentos habituales», ha señalado.
EFECTOS SOBRE EL MEDIO AMBIENTE
En cuanto a los efectos sobre el medio ambiente, los expertos han indicado que el uso de cultivos resistentes a insectos o resistentes a los herbicidas no redujeron la diversidad de estos animales en los entornos de las granjas. El informe indica que no hay datos que puedan demostrar que estos cultivos contribuyen a la contaminación del planeta. Sin embargo, apuntan que la naturaleza es compleja de evaluar si no es a largo plazo, lo que, a menudo, hace que sea difícil llegar a conclusiones definitivas.
La única ‘pega’ que el comité hace sobre estos alimentos es que, si los cultivos transgénicos se van a utilizar de forma sostenible, se necesitan regulaciones e incentivos para que la gestión de plagas esté más integrada y sea económicamente viable.
El comité también ha señalado que en muchos lugares algunas malas hierbas habían desarrollado resistencia al glifosato, el herbicida para el que fueron la mayoría de los transgénicos fueron diseñados para que fueran resistentes.