La manera de empezar el día de tus hijos es importante

Los niños necesitan de la seguridad de una conexión emocional con sus papás para poder afrontar la jornada con la seguridad de saberse amado. Y los padres también


VIDA COTIDIANA (ALETEIA). Yo siempre empiezo el año lectivo así: me despierto antes que mis hijos para poder tomar café en silencio mientras preparo el desayuno para ellos. Entonces, los despierto uno a uno, acariciando suavemente su pelo y tranquilamente diciendo: “Buenos días, pequeño. Es hora de despertar”. Les doy algunos minutos y los llamo nuevamente hasta que todos estén vestidos y en la mesa el desayuno, donde hablamos sobre sus sueños de esa noche pasada y sus planes y esperanzas para el día que vendrá.

Pero cuando cambia el horario, las mañanas son frenéticas y apuradas. Despierto a mis hijos encendiendo las luces y diciendo: “Despierten chicos. Llegarán tarde a la escuela. Vamos, levántense y vístanse”.

Entonces no cooperan en las mañanas así. Ellos se deslizan de la cama como si estuvieran muriéndose o se esconden bajo las cobijas para huir de la luz. Arrastran los pies y “olvidan” cómo ponerse los pantalones. Se tardan el doble para estar listos y siempre se retrasan.

Este año me di cuenta de que esas mañanas, yo me despierto más tarde – alrededor de 30 minutos más tarde de lo habitual. Y despierto a los niños en el mismo horario. Desde el punto de vista de ellos, lo único que cambia es la forma en que los despierto. Entonces, ¿por qué están siempre atrasados?

Generar caminos neuronales
Según los especialistas, es precisamente por mi manera de despertarlos. Sus cerebros necesitan una “entrada” antes de poder responder con el resultado. Y esa entrada viene en forma de conexión emocional.

En The Whole-Brain Child, Daniel Siegel y Tina Payne Bryson explican que las estructuras del cerebro de un niño llevan 20 años para formarse, junto con los caminos que conectan esas estructuras. Los caminos son lo que nos permite comportarnos lógicamente frente a la emoción -esencialmente, éstos son el interruptor del cerebro, la función superior que nos permite pensar y después actuar en lugar de responder instintivamente.

No es ninguna sorpresa que los niños respondan instintivamente a prácticamente todo, pero formar conexiones seguras ayuda a facilitar esos caminos neuronales. Los papás deben conectar emocionalmente con sus hijos antes de pedir cualquier cosa. Como Pam Moore explica en su revisión de The Whole-Brain Child:

“Solamente después de que el niño se calme lo suficiente para hablar o para oír silenciosamente, puede realmente asimilar todo lo que estás diciendo, si estás ofreciendo conversación, empatía o soluciones alternativas para el problema. Según Siegel y Payne Bryson, parar para establecer una conexión tiene una doble finalidad. Primero, fortalece el vínculo entre tú y tu hijo, conectándolos. En segundo lugar, esa conexión facilita la construcción de conexiones entre las distintas áreas del cerebro del niño”.

A la luz de eso, lo que observé es que no importa el horario, lo que importa es la manera en cómo despierto a mis hijos.

Ellos no están fingiendo olvidar cómo vestirse o amarrarse los zapatos: sus cerebros necesitan de conexiones emocionales para formar conexiones neuronales. Aprovechar el tiempo para despertarlos despacio y gentilmente no es un lujo, es una necesidad. Ellos necesitan de la seguridad de esa conexión emocional para que puedan enfrentar el día que vendrá: y yo también.