RELIGIÓN (San Francisco – AICA). En su mayoría son casados y padres de familia. Sin embargo, tienen una vocación adicional: decidieron responder al llamado de Dios y apuntarse para comenzar la formación al diaconado permanente que impulsa la diócesis de San Francisco.
Diez hombres oriundos de San Justo, en la diócesis de San Francisco, serán parte del proceso de formación de diáconos permanentes y colaborarán con la tarea pastoral de los sacerdotes.
La figura del diácono permanente, explica el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, es diferente a la de los sacerdotes. Sin embargo, colabora con la tarea pastoral, uniendo su misión a la de los pastores de la diócesis.
Con estos nuevos aspirantes que, según estima el obispo, “podrían ordenarse en unos cinco años”, la diócesis incorpora nuevas manos a la tarea encomendada por Cristo, lo que resulta especialmente provechoso en una diócesis que cuenta con pocos sacerdotes. Si bien no podrán celebrar misa, sí podrán administrar, por ejemplo, el sacramento del Bautismo.
La iniciativa que impulsa la formación de diáconos permanentes en la diócesis “es un proyecto que venimos madurando desde hace algunos años, con consultas a los sacerdotes, Consejos de Pastoral de las parroquias y por unanimidad se aprobó la idea de retomarlo. En la diócesis, hace algunos años, en la época de monseñor Baldomero Martini, ya se había planteado», explica monseñor Buenanueva.
Qué es el diaconado permanente
Los diáconos trabajan en los tres campos en los que se divide la misión de la Iglesia: «En el sacramental pueden presidir el Bautismo, Matrimonio, Exequias, dirigir la celebración de la palabra», detalló monseñor Buenanueva. También pueden coordinar la catequesis, llevar adelante acciones pastorales, animar una actividad misionera bajo la coordinación del párroco. De sus funciones están excluidas las de impartir los sacramentos de la Reconciliación, la Eucaristía, la Confirmación y el Orden Sagrado.
«Su gran campo de acción está en la caridad, la administración de bienes de la Iglesia de Cáritas, el servicio a los pobres; la pastoral social y las nuevas formas de pobreza como las adicciones o la pastoral de la salud», continuó.
Los diáconos «son una figura distinta de los sacerdotes». En ese sentido, «uno de los desafíos más importantes para los sacerdotes «será compartir y adaptarse a esta realidad», señaló el obispo.
«Nuestra diócesis necesita que tanto el obispo, como los sacerdotes y los diáconos seamos misioneros: una figura apostólica con espíritu de salir al encuentro de las personas. Es algo muy propio del diácono todo contacto con el mundo de la pobreza y la pastoral social, y un aspecto misionero, donde salgan a golpear puertas, llevar el Evangelio», afirmó.
El proceso de formación
Las enseñanzas en el diaconado apuntan a «la formación humana, el equilibrio entre la vida apostólica y la personal», detalló y añadió que “también vamos a volver sobre los temas fundamentales como la Palabra de Dios, la enseñanza de la Iglesia, la espiritualidad, el Diaconado», describió.
Los diez postulantes inician en marzo un proceso de formación y educación donde «deben equilibrar su vida apostólica, con la laboral y familiar». Todos provienen de distintas localidades, lo que también supone un desafío en la modalidad de la cursada.
Una vez que se aprobó el proyecto, el desafío fue hallar a los postulantes y para ello se hizo un sondeo en San Justo y otras localidades de la zona. «Teniendo en cuenta que es una diócesis rural, los párrocos comenzaron a indagar en sus comunidades y aparecieron diez candidatos», relató monseñor Buenanueva.
Se trata de «un primer discernimiento vocacional» para «saber si estas personas están llamadas al diaconado», por eso es un «proceso formativo», explicó. Asimismo, estimó que «en cinco años podemos pensar en las primeras ordenaciones de diáconos. Hay una esperanza muy linda y estamos ilusionados».
«Habrá tutorías y trabajos en línea y el uso de las redes e Internet facilitará mucho el tema», consideró el prelado.
«Creemos que nuestra diócesis necesita incorporar su vida pastoral esta figura del diácono permanente -sostuvo el obispo-. Normalmente, son hombres casados, puede haber algunos célibes, pero son los menos».
Los cinco años de educación y formación son aproximados, «todo depende de la adaptación de las personas porque muchos de ellos al inicio tienen que recuperar ritmo de estudio. Además, la formación no sólo es intelectual y académica, abarca muchos aspectos», aclaró.
«Nosotros apostamos a una formación integral, que puedan dar testimonio de madurez humana, de llevar bien su familia, de compromiso apostólico”, confirmó.