El campo de batalla fue su mundo. Antes de los 15 años ya era cadete del Regimiento de Granaderos; a los 16 ascendió a teniente; y a los 19 cruzó los Andes con San Martín. Pero también lechos propios -y ajenos- fueron otros de sus campos de batalla. Hasta en la última, cuando en Jujuy murió desangrado junto a su joven soldadera, Damasita Boedo.