EL PERRO Y EL CONEJO

Juan y Luis eran vecinos, el primero compró un conejo a sus hijos. Como los hijos de Luis querían también tener su mascota, su padre les compró un cachorro pastor alemán.

Los hijos de ambos eran amigos y estaban siempre juntos, así que también el conejo y el perro llegaron a ser muy amigos y era normal verlos jugar y corretear.

Juan y su familia se ausentaron un fin de semana y el domingo, mientras Luis y su familia tomaba la merienda, su perro entró a la cocina con el conejo entre los dientes. Estaba sucio de tierra, ensangrentado y peor aún, estaba muerto.

Luis se enfureció y castigó muy duramente al perro…
-¿Y ahora, qué hacemos? Comenzaron a pensar cómo podrían solucionar el problema antes de que Juan llegara con los niños, mientras tanto, en la familia surgió una idea: bañar al conejo, dejarlo bien limpio y ponerlo en su casita acomodándolo como si estuviera durmiendo. De pronto escucharon llegar a sus vecinos y a los niños gritando. ¡Lo descubrieron!, pensaron.
 
De inmediato Juan vino hablar con Luis, parecía asustado, como si hubiera visto un fantasma.
-¿Qué pasó?
 – El conejo… el conejo…
-¿El conejo qué? ¿Qué tiene el conejo?
– ¡Murió!
-¿Murió?  Que pena, hoy por la tarde parecía estar bien.
-¡Murió el viernes! Respondió Juan
¿El viernes?
-Sí, ¡fue antes de que viajáramos, los niños lo enterraron en el fondo del patio!

La historia termina aquí. Lo que ocurrió después no importa. El gran personaje de esta historia es el perro que desde el viernes buscaba desesperado a su amigo. Después de rastrear todo el terreno, descubrió el cuerpo muerto y enterrado. Con desesperación desenterró a su amigo y fue a mostrárselo a sus dueños, como preguntando ¿qué pasó, qué es esto?

Esta historia nos enseña que no debemos juzgar anticipadamente los acontecimientos, sin antes verificar y asegurarnos lo que ocurrió realmente.

Cuántas veces sacamos conclusiones equivocadas, y nos creemos dueños de la verdad; pensemos antes de tomar decisiones que puedan generar dolor y odio hacia los demás… y sobre todo antes de que sea demasiado tarde.

Es difícil, pero no imposible:
Comenzar de nuevo…
Reconocer un error…
Recibir consejos…
Seguir probando…
Abandonar los malos hábitos…
Perdonar y olvidar…
Salir de la rutina…
Conformarse con poco…
Aceptar lo bueno y desechar lo malo…
Aceptar los consejos…
Amar, aún a tus enemigos…

“No pierdas tiempo juzgando el actuar de los demás, mejor cambia tú mismo y verás grandes cambios en todos ellos”.

Fuente: Reflexiones Para el Alma (tomo 1).