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Después de 35 años, una herida que no cierra

SOCIEDAD (Tribuna). Se cumplirá el próximo domingo un aniversario más de aquel 2 de Abril de 1982 cuando la dictadura militar gobernante dio comienzo al acto que significaría el inicio del derrumbe de su gestión al frente de los destinos del país. Se iniciaba la invasión por la cual se recuperarían momentáneamente las Islas Malvinas usurpadas desde 1833 por Gran Bretaña. Vale recordar el contexto en el cual se las fuerzas armadas pergeñaron su huida hacia delante, decidiendo invadir las Islas Malvinas: un creciente malestar popular, con la economía en franco retroceso, el aparato productivo desmantelado, un unánime desprestigio internacional producto de las sistemáticas y atroces violaciones a los derechos humanos.

Sabían Galtieri y Cia. lo adentradas que esas islas estaban –y están- en el sentimiento nacional y supusieron que esta decisión les daría el apoyo popular necesario para prolongar su estadía en el poder y seguir gozando de la necesaria impunidad.
No estaban tan errados. Ese mismo pueblo reprimido ferozmente el 30 de marzo de 1982 en Plaza de Mayo, salió casi en su totalidad a las calles el 2 de abril a celebrar la recuperación.
No tuvieron las FFAA en cuenta [o no quisieron hacerlo] el poderío militar de los ingleses, el rol que jugarían los Estados Unidos, las abismales diferencias entre un ejército y el otro, en preparación, equipamiento, tecnología y armamento, etc.
Así fue como a pesar del triunfalismo demencial de algunos y del manejo que se hiciera de los medios de comunicación, la realidad marchó por otro lado.
El paso del tiempo, el acceso a documentación antes vedada, los testimonios de los participantes de ambos bandos beligerantes, no hizo otra cosa que confirmar que la improvisación y la locura fueron las constantes que guiaran a Galtieri y sus pares, más capacitados para reprimir, secuestrar y desaparecer a ciudadanos indefensos, que para enfrentar un enemigo en serio.
649 víctimas fatales costo esa aventura en Malvinas según el informe Rattenbach, a lo que se suman miles de heridos y mutilados, muchos de los cuales solo son noticia cuando cansados de la indiferencia y falta de apoyo oficial, deciden suicidarse.
En aquellos días de triunfalismo, a solo nueve días del desembarco, jóvenes radicales alertaron sobre la realidad y dijeron cosas como estas:
“…el pueblo sufrirá los resultados de esta imprevisión…”
“…Nos preocupa la acción del gobierno que parece no comprender la seriedad de la situación y fomenta desde los medios de comunicación el espíritu belicista, sin dar las explicaciones del caso y sin importarle que piensa el país”.
“…el objetivo oculto de la medida: ganar espacio político para obtener una salida fácil y elegante e imponer un manto de olvido a lo que ellos hicieron desde el 24 de marzo de 1976 a la fecha”.
…Hoy parece que quien la renunció [a la soberanía] y entregó el orgullo nacional se desespera por recuperar su imagen a cualquier costo”.
“…No prestaremos apoyo incondicional al gobierno militar, no queremos sumarnos a las voces irresponsables que cantan loas a las FFAA demostrando una total inconciencia sobre la seriedad de la situación actual”.
Lamentablemente los hechos les dieron la razón.
Las islas deberán volver a integrar el territorio nacional, y la única vía posible para su recuperación es la diplomática.
A 35 años de aquel 2 de abril, el recuerdo y homenaje a todos los que dieron su vida o participaron de aquella guerra, debe ser un compromiso para seguir en la tarea por la recuperación pacífica de las islas.