Por: Esther L.Calderón
ESPECTÁCULO. ‘Que nadie te diga que no’. Esa es la frase favorita de Carlos Rivera. A ella se agarró cuando le auguraban que su carrera no tenía futuro. O en cualquier otra situación en la que, dice, «aparece un no» pero «tu corazón te dice que sí»: «hay que pelearlo siempre». También habla mucho del amor universal, el que no es solo de pareja, porque el romántico le parece «aburrido y cursi». Ahora vuelve a España (fue Simba en el ‘Rey León’ madrileño durante más de dos años) con ‘Yo creo tour’, una gira que aterriza en el Price este viernes. Para las fotos se quita las gafas: «es que son de Carlos, no de Carlos Rivera cantante», explica.
‘Yo creo’ se llama tu nuevo disco, ¿en qué crees?
Le puse este título porque yo creo en estas canciones y en este lenguaje de amor universal, que va más allá del amor romántico.
¿Cuál es la diferencia?
Parece que es lo mismo, pero no. Tiene un significado más amplio, llevado a algo más profundo y más trascendental. No es lo mismo cantarle a una pareja de novios de 17 años que a dos que tienen un amor para toda la vida. O a una madre con su hijo. Cuando enfocas tu música hacia ese sentido, la capacidad de una misma canción de ser dedicada se vuelve ilimitada. Eso es lo que pasa en mis conciertos, que vienen las parejas de amantes, pero también la abuela con su nieta.
¿Crees en el amor para toda la vida?
Por supuesto. Y al amor a tus sueños, a eso que en un momento determinado te salva y te cura.
¿Ha habido canciones que te han salvado?
Todos tenemos una banda sonora de nuestras vidas. Yo hago música para eso: para sonorizar a las vidas de las personas.
¿Me puedes decir tres de esas canciones?
Hay algunas aspiracionales que me marcaron mucho, como la que cantaron varios autores latinos en los Juegos Olímpicos de Atlanta, liderados por Gloria Estefan, titulada ‘Puedes llegar’. También ‘You raise me up’, de Josh Groban. O ‘Si te vas’, de mi disco.
¿Por qué?
Porque me llegaron en algún momento en que necesité escuchar un mensaje que me levantase y me diese ánimo. Me dieron fuerzas para seguir con mi sueño de cantar, abracé mi deseo con ellas. Hablan de un mensaje positivo de seguir adelante.
Entonces no te consideras un romántico…
No. Romántico me suena a aburrido. Suena a poco profundo, a superficial, cursi, no sé, limitado al día de San Valentín. Creo sin embargo en el amor. Hago canciones de amor y no románticas, aunque haya parte de eso también. Quiero que mis canciones sirvan para ese día, pero sobre todo para el de su boda, o el de las bodas de Oro, o para el amor a tus propios sueños.
¿Cómo llevas ese romance con tus sueños?
Me llevo excelente, es la historia más fuerte de mi vida. Es tan potente que le ha dado un giro muy grande a mi música: de repente veo que lo que yo escribo o elijo para cantar tiene un efecto en la gente parecido al que esos temas tuvieron en mi. Me da una razón mucho más fuerte de por qué hago lo que hago.
Cuánto poder, ¿no?
¡Sí, mucho! Los artistas tenemos una responsabilidad enorme porque la música es el poder más grande de comunicación. Por medio de lo que cantamos o decimos podemos mandar amor. Cada concierto tiene un momento muy fuerte en este sentido y yo lanzo mensajes: si no has dicho ‘te quiero’ dilo hoy porque mañana puede ser demasiado tarde; si no estás a gusto en tu trabajo, déjalo y busca uno en el que sí; que nadie te diga que no puedes, esa mi frase favorita…
¿Te lo han dicho?
Muchísimas veces. Es una constante. Me dijeron que no iba a poder hacer nada con mi carrera y demostré, no a ellos, sino a mí mismo, que sí podía. Para que veas: me hice un esguince en el tobillo hace poco y a las tres semanas tenía uno de mis conciertos más esperados en México y todos los médicos me decían que iba a tener que cantar sentado y escayolado. Y no. No me lo podía permitir delante de 10.000 personas. Agoté las posibilidades, busqué, pedí y acabé con el médico de la Selección de Fútbol de mi país, que me trató como a un deportista para poder llegar. Cuando alguien te dice que no y tu corazón te dice que sí, hay que pelearlo.
¿Alguna anécdota en la gira?
Fenomenal, aunque me están pasando cosas muy curiosas: el día del Auditorio Nacional se me rompió el pantalón: me senté en una silla, abrí las piernas y se me rompió como Zidane. Este fin de semana en Murcia fue la camisa. Se nota que estamos poniendo mucha energía en este tour (risas).
Aquí te conocimos por ‘El Rey León’, ¿qué recuerdo te queda de esa época?
Muchos… Aún está mi foto en Gran Vía, la vi el otro día, que pasé por allí [vive en México ahora]. Han sido más de 1.000 funciones, dos años en los que viví para la obra. Tanto, que conocí la ciudad después. Hacer de Simba era el papel de mis sueños y cuando se me cumplió, viví cada día como uno.