ESPECTÁCULOS. Como ya se sabía de antemano, Bob Dylan no estaría presente en la ceremonia de entrega de los premios Nobel el sábado en Estocolmo, pero el laureado cantante y escritor de canciones envió una carta a la Academia Sueca para que fuese leída en el acto.
Fue finalmente Azita Raji, embajadora de los Estados Unidos en Suecia, la que leyó el discurso de Dylan. Un texto sobre todo agradecido, elocuente, pero cargado de subjetividad, en el que Dylan – con seguridad no ajeno a la avalancha de críticas a su galardón- justificó su legitimidad como ganador del premio sirviéndose de William Shakespeare, el mayor escritor en lengua inglesa, cosa que habrá irritado a más de uno.
El miembro de la Academia Horace Engdalh, crítico e historiador literario, fue el encargado de loar la figura de Dylan y explicar las razones por las cuales le ha sido entregado el Nobel.
Patti Smith interpretó en directo “A Hard Rain´s A-Gonna Fall” acompañada de guitarrista, steel guitar y orquesta. Actuación brevemente interrumpida cuando Patti se equivocó al repetir una línea de la letra de la canción. Le pudo tanta solemnidad a la veterana rockera, no estaba en su pecera.
“Lo siento, pido disculpas, estoy muy nerviosa” dijo al público presente, que la aplaudió como muestra de apoyo.
Patti consiguió, a pesar de su nerviosismo inicial y tras reiniciar la canción, hacer una convincente versión que emocionó a algunos asistentes.
Al final Dylan fue el gran protagonista invisible, ausente. Demasiado peso sobre los hombros de Patti Smith, sola ante el peligro, menudo trago.
Este es el discurso de Dylan completo:
Buenas tardes a todos.
Doy mi más cordial saludo a los miembros de la Academia sueca y a todos los distinguidos invitados presentes esta noche. Lo siento, no puedo estar con ustedes en persona, pero, por favor, sepan que estoy definitivamente en espíritu con ustedes y honrado de recibir un premio tan prestigioso.
Ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura es algo que nunca podría haber imaginado o visto venir. Desde temprana edad he estado familiarizado con el, y leyendo y absorbiendo los trabajos de aquellos que se consideraron dignos de tal distinción: Kipling, Shaw, Thomas Mann, Pearl Buck, Albert Camus, Hemingway. Estos gigantes de la literatura cuyas obras se enseñan en las aulas, están en bibliotecas de todo el mundo y son citadas con reverencia, siempre han causado una profunda impresión. Que ahora me una a los nombres de una lista como esa es algo realmente más allá de las palabras.
No sé si estos hombres y mujeres alguna vez pensaron en el honor de un Nobel para sí mismos, pero supongo que cualquiera que esté escribiendo un libro, un poema o una obra de teatro en cualquier parte del mundo podría albergar ese sueño secreto en su interior. Probablemente enterrado tan profundo que ni siquiera supiesen que estaba allí.
Si alguien me hubiera dicho que tenía la menor posibilidad de ganar el Premio Nobel, habría pensado que tenía las mismas probabilidades de estar en la luna. De hecho, durante el año en que nací y en los siguientes, no hubo nadie en el mundo considerado lo suficientemente bueno para ganar este Premio Nobel. Por lo tanto reconozco que estoy en muy rara compañía, como poco.
Estaba de gira cuando recibí esta sorprendente noticia, y me llevó más de unos minutos procesarla correctamente. Comencé a pensar en William Shakespeare, la gran figura literaria. Pensé que se consideraba un dramaturgo. El pensamiento de que estaba escribiendo literatura no podría haber entrado en su cabeza. Sus palabras fueron escritas para el escenario. Para ser declamadas, no leídas.
Cuando estaba escribiendo “Hamlet”, estoy seguro de que estaba pensando en muchas cosas diferentes: “¿Quiénes son los actores adecuados para estos papeles?”, “¿Cómo debería ser puesta en escena?”, “¿Realmente quiero ambientar esto en Dinamarca?”. Su visión creativa y sus ambiciones estaban sin duda en la vanguardia de su pensamiento, pero también había asuntos más mundanos que considerar y tratar. “¿Está la financiación en orden?”, “¿Hay suficientes asientos para mis espectadores?”, “¿Dónde voy a conseguir un cráneo humano?”. Apuesto a que en lo más lejano de la mente de Shakespeare estaba la pregunta “¿Es esto literatura?”.
Cuando empecé a escribir canciones como adolescente, e incluso cuando comencé a lograr algo de renombre por mis habilidades, mis aspiraciones para con estas canciones nunca fueron tan lejos. Pensé que podían ser escuchadas en cafés o bares, tal vez más tarde en lugares como el Carnegie Hall, el London Palladium. Soñando más de la cuenta, tal vez podría imaginar llegar a hacer un disco y luego escuchar mis canciones en la radio. Ese era realmente el gran premio en mi cabeza. Hacer discos y oír tus canciones en la radio significaba que estaba llegando a una gran audiencia y que podría seguir haciendo lo que había planeado hacer.
Bueno, ahora he hecho lo que me propuse hacer durante mucho tiempo. He hecho decenas de discos y ha protagonizado miles de conciertos por todo el mundo. Pero son mis canciones las que están en el centro vital de casi todo lo que hago. Parecían haber encontrado un lugar en la vida de muchas personas en muchas culturas diferentes y estoy agradecido por eso.
Pero hay una cosa que debo decir. Como intérprete he tocado para 50.000 personas y he tocado para 50 personas y puedo decirles que es más difícil hacerlo para 50 personas. 50.000 personas son como una sola persona, no así 50. Cada persona tiene una identidad individual, separada, un mundo en sí mismos. Pueden percibir las cosas con mayor claridad. Es juzgada tu honestidad y cómo se relaciona con la profundidad de tu talento. El hecho de que el comité del Nobel sea tan pequeño no me es ajeno.
Pero, como Shakespeare, yo también estoy a menudo ocupado con la búsqueda de mis esfuerzos creativos y tratando todos los aspectos de los asuntos mundanos de la vida. “¿Quiénes son los mejores músicos para estas canciones?”, “¿Estoy grabando en el estudio correcto?”, “¿Esta canción está en la clave correcta?”. Algunas cosas nunca cambian, incluso en 400 años. Ni una sola vez he tenido tiempo de preguntarme: “¿Son mis canciones literatura?”.
Por lo tanto, doy las gracias a la Academia sueca, tanto por tomarse el tiempo para considerar esa misma pregunta, y, en última instancia, por proporcionar una respuesta tan maravillosa.
Mis mejores deseos para todos ustedes,
Bob Dylan.