Luego de la devaluación que mejoró la rentabilidad del sector y la eliminación de restricciones a la comercialización exterior de la producción, la dirigencia agropecuaria insiste con que baje la presión tributaria. Este último punto parece ser el más difícil de lograr, ya que una de las primeras decisiones que tomó el nuevo Gobierno fue impulsar un aumento en las retenciones a todas las producciones agroindustriales.