Maestros ancianos en Bolivia, ¿material de descarte?

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Tres de cada 10 maestros en Bolivia tienen más de 60 años.

“Hay maestros que se duermen en clases por el cansancio de la edad. Supimos de uno, cuyos alumnos aprovechaban esos momentos para salir del aula e ir al patio a jugar”, señala el ejecutivo de la Confederación de Maestros Rurales de Bolivia, Freddy Mamani, en diálogo con La Razón de Bolivia.

En este país sudamericano, según datos recopilados por confederaciones de maestros urbanos y rurales, el 30% tiene más de 60 años.

Esta situación preocupa a las autoridades y diversas organizaciones vinculadas a la enseñanza porque, indican, estos educadores expresan cierto rechazo a las nuevas tecnologías y a la actualización en métodos de aprendizaje.

La propia legislación boliviana señala que “no pueden ser admitidos en el ejercicio de la docencia los mayores de 60 años”.

Incluso, algunos manifiestan que es contraproducente que un educador de más de 55 años esté a cargo de menores de nueve y que la calidad educativa está en juego. “Es lógico que se duerman en clases porque el ritmo del metabolismo disminuye con la edad, al igual que el nivel de energía física y mental. Ya no se puede atender de forma sostenida a 30 alumnos”, afirmó el pedagogo Israel Lahor a La Razón.

Pero una de las principales razones de fondo por la cual los maestros siguen trabajando con una edad avanzada y no se quieran jubilar tiene que ver con un aspecto económico. Es que si se jubilan perciben una renta muy baja, expresan algunos especialistas, siendo un aspecto no exclusivo de los maestros bolivianos, sino de varios países donde las personas cuando dejan de trabajan pasan muchas necesidades.

¿Material de descarte?

Según datos difundidos en 2015 por los Centros de Orientación Socio Legal para las personas Adultas Mayores (COSLAM), puestos a consideración por Cáritas, en Bolivia hay un alto número de casos de adultos mayores maltratados de parte de su familia o comunidad.

“En Bolivia se atienden mensualmente entre 250 a 300 casos de maltrato a las personas adultas mayores, lo que da una media de tres a seis casos día, de los cuales, cuatro o cinco responden al maltrato, originado en la familia y la comunidad, siendo frecuente el despojo de sus tierras en las áreas rurales y despojo de bienes en las áreas perirubana”, indica una nota de prensa publicada con motivo de tal informe por Cáritas.

Según este organismo, si bien hace algunos años la figura del adulto mayor era respetada en Bolivia siendo personas consideradas sabias, en la actualidad la visión ha ido virando y se las empezó a considerar como débiles, enfermos y hasta una carga social.

El número de ancianos va en aumento en Bolivia y lo que pasa con los maestros podría extenderse a otras actividades. Y es por esto que Cáritas exhorta a un cambio de actitud para con los adultos mayores.

Precisamente uno de los riesgos que trae esta medida sobre los maestros de Bolivia, queriéndoles desterrar de lleno de la educación formal, es denigrar al adulto mayor. Sin dudas la mayoría lo sigue haciendo por un motivo económico, pero esto tampoco debería convertirlos en material de descarte si consideran que aún pueden seguir sirviendo a la sociedad.

Quizás puede ser una buena oportunidad de evaluar políticas que vayan en el sentido del aporte que todavía le pueden hacer a la comunidad, pero no a costa de que tengan que seguir trabajando con edad avanzada por necesidad, sino que puedan seguir siendo servidores por voluntad propia y que la experiencia se siga transfiriendo a través de otros mecanismos.